Sabemos que somos también un cuerpo, un
organismo vivo que interactúa con otros organismos.
A la terapia vamos con nuestro cuerpo, no
siempre tenido en cuenta, y como terapeutas muchas veces sin darnos cuenta,
interactuamos con nuestro cliente desde nuestro cuerpo.
Todo esto puede pasar en un primer nivel,
o sea, en el plano de la comunicación no verbal. Los gestos y su coherencia con
lo que decimos, también todo aquello que decimos sin palabras y que se nos
escapa a flor de piel y que impacta en el otro sin que ninguno lo pueda
controlar, ni cliente ni terapeuta. Este es el primer plano de lo corporal.
Existe un segundo plano muy importante en
la terapia: “lo somático”. Aquellas sensaciones internas, tensiones, posturas y etc … que no corresponden tanto al ámbito
comunicacional pero que si son la base del mundo emocional de la persona que
viene a las sesiones.
El grado de salud de la persona que viene
a terapia dependerá en gran medida del grado de conexión, conciencia y relación
que tenga con ellas.
Estas sensaciones y respuestas libres son
las que nos permiten a los humanos adaptarnos a las circunstancias y a una
buena relación con los demás, y lo que es más importante con “uno mismo”, es
aquello no racional que nos guía por la vida y a lo que no estamos muy
acostumbrados a poner palabras.
¿Estoy hablando de emociones, estoy hablando
de algo mágico?, pues no.
Estoy hablando de los impulsos internos
que hacen que uno esté de una forma u otra en la vida. Estoy hablando de la
sabiduría del propio cuerpo, y para los más entendidos hablo de “regulación
organísmica” , o sea, de la capacidad innata que tiene el cuerpo de
autorregularse buscando la salud, no sólo física, sino emocional y psíquica.
Es muy valioso para un terapeuta conocer
como introducir el trabajo corporal en la terapia, ya que permite tener en
cuenta a la totalidad del cliente y no mirarse éste como un montón de emociones
y pensamientos más o menos ordenados o incoherentes.
Para un terapeuta el cuerpo puede ser la
puerta magna a lo no consciente en el cliente. Ya que en el cuerpo está toda la
historia del cliente y dado que es de difícil control por parte de éste, en el
cuerpo también reside la llave para su libertad, salud y desarrollo .
Una mayor conciencia corporal es un
primer gran paso para la salud emocional y para una buena relación con uno
mismo.
El grado de conciencia corporal suele ser
directamente proporcional al grado de autoestima. Dicen muchos budistas que si uno
tiene noción de existir a través del cuerpo es imposible no quererse. Este es
uno de los primero pilares de sus enseñanzas, y muy valioso para las personas
que nos dedicamos a la terapia.
Para un cliente es de gran ayuda que el
terapeuta le facilite una vía de trabajo con su rigidez y con sus automatismos,
así como con sus angustias y miedos. Estos factores suelen ser los que más
influyen en las dificultades relacionales de las personas y son denominador
común en la inmensa mayoría de casos de terapia.
Esta ayuda se puede dar si el terapeuta conoce
las estructuras corporales de los diferentes tipos del Eneagrama.
Una buena visión corporal del Eneagrama
permite ayudar a aflojar las corazas musculares y respiratorias del cliente
facilitando que pueda afrontar desde la entereza del adulto aspectos nucleares
y angustiosos construidos y arraigados desde la infancia.
Estos trabajos liberadores de la coraza
del cliente, le permiten a éste recuperar la curiosidad y gusto por el mundo,
el deseo de descubrimiento y el contacto con los demás. Aquí el terapeuta puede
ayudar en el retomar de una actitud lúdica, esta vez desde el adulto, frente a
la vida y los demás, y en definitiva ayudar a perder el miedo a los cambios.
Todos sabemos que hoy en día en mucha de
nuestras consultas aparecen las demandas de ayuda y asesoramiento ante las dificultades
en la vida sexual, y aquí es cuando en la demanda aparece más el cuerpo como
fuente del problema.
Esta se presenta en las formas de: mi
cuerpo no responde, o el problema es la relación.
En la mayoría de casos el origen de todo
está en que la persona tiene un mal contacto, o simplemente no lo tiene, con su
energía vital y sexual. El papel del terapeuta en estos casos pasa por el
conocimiento y dominio de técnicas corporales.
Estas facilitan el contacto con la propia energía y su adecuado manejo a
través del desbloqueo de las zonas pélvicas, diafragmáticas y laríngeas; acompañadas
con pautas de respiración consciente.
Para mi es bien evidente que en una
sociedad como la nuestra en que el cuerpo se ha materializado y mercantilizado
como algo estético o de rendimiento, es muy importante recuperarlo en los
espacios de la terapia.
Para mí incluir el cuerpo en la terapia
es recuperar algo natural y ayudar al cliente a recuperar un espacio de salud e
intimidad en su existir.
Ver información sobre el Curso de Postgrado "El cuerpo en la terapia" en ww.locorporal.com,
Ver información sobre el Curso de Postgrado "El cuerpo en la terapia" en ww.locorporal.com,
No hay comentarios:
Publicar un comentario