viernes, 12 de diciembre de 2014

La importancia del cuerpo en la terapia


Sabemos que somos también un cuerpo, un organismo vivo que interactúa con otros organismos.
A la terapia vamos con nuestro cuerpo, no siempre tenido en cuenta, y como terapeutas muchas veces sin darnos cuenta, interactuamos con nuestro cliente desde nuestro cuerpo.
Todo esto puede pasar en un primer nivel, o sea, en el plano de la comunicación no verbal. Los gestos y su coherencia con lo que decimos, también todo aquello que decimos sin palabras y que se nos escapa a flor de piel y que impacta en el otro sin que ninguno lo pueda controlar, ni cliente ni terapeuta. Este es el primer plano de lo corporal.
Existe un segundo plano muy importante en la terapia: “lo somático”. Aquellas sensaciones internas, tensiones, posturas  y etc … que no corresponden tanto al ámbito comunicacional pero que si son la base del mundo emocional de la persona que viene a las sesiones.
El grado de salud de la persona que viene a terapia dependerá en gran medida del grado de conexión, conciencia y relación que tenga con ellas.
Estas sensaciones y respuestas libres son las que nos permiten a los humanos adaptarnos a las circunstancias y a una buena relación con los demás, y lo que es más importante con “uno mismo”, es aquello no racional que nos guía por la vida y a lo que no estamos muy acostumbrados a poner palabras.
¿Estoy hablando de emociones, estoy hablando de algo mágico?, pues no.
Estoy hablando de los impulsos internos que hacen que uno esté de una forma u otra en la vida. Estoy hablando de la sabiduría del propio cuerpo, y para los más entendidos hablo de “regulación organísmica” , o sea, de la capacidad innata que tiene el cuerpo de autorregularse buscando la salud, no sólo física, sino emocional y psíquica.
Es muy valioso para un terapeuta conocer como introducir el trabajo corporal en la terapia, ya que permite tener en cuenta a la totalidad del cliente y no mirarse éste como un montón de emociones y pensamientos más o menos ordenados o incoherentes.
Para un terapeuta el cuerpo puede ser la puerta magna a lo no consciente en el cliente. Ya que en el cuerpo está toda la historia del cliente y dado que es de difícil control por parte de éste, en el cuerpo también reside la llave para su libertad, salud y desarrollo .
Una mayor conciencia corporal es un primer gran paso para la salud emocional y para una buena relación con uno mismo.
El grado de conciencia corporal suele ser directamente proporcional al grado de autoestima. Dicen muchos budistas que si uno tiene noción de existir a través del cuerpo es imposible no quererse. Este es uno de los primero pilares de sus enseñanzas, y muy valioso para las personas que nos dedicamos a la terapia.
Para un cliente es de gran ayuda que el terapeuta le facilite una vía de trabajo con su rigidez y con sus automatismos, así como con sus angustias y miedos. Estos factores suelen ser los que más influyen en las dificultades relacionales de las personas y son denominador común en la inmensa mayoría de casos de terapia.
Esta ayuda se puede dar si el terapeuta conoce las estructuras corporales de los diferentes tipos del Eneagrama.
Una buena visión corporal del Eneagrama permite ayudar a aflojar las corazas musculares y respiratorias del cliente facilitando que pueda afrontar desde la entereza del adulto aspectos nucleares y angustiosos construidos y arraigados desde la infancia.
Estos trabajos liberadores de la coraza del cliente, le permiten a éste recuperar la curiosidad y gusto por el mundo, el deseo de descubrimiento y el contacto con los demás. Aquí el terapeuta puede ayudar en el retomar de una actitud lúdica, esta vez desde el adulto, frente a la vida y los demás, y en definitiva ayudar a perder el miedo a los cambios.
Todos sabemos que hoy en día en mucha de nuestras consultas aparecen las demandas de ayuda y asesoramiento ante las dificultades en la vida sexual, y aquí es cuando en la demanda aparece más el cuerpo como fuente del problema.
Esta se presenta en las formas de: mi cuerpo no responde, o el problema es la relación.
En la mayoría de casos el origen de todo está en que la persona tiene un mal contacto, o simplemente no lo tiene, con su energía vital y sexual. El papel del terapeuta en estos casos pasa por el conocimiento y dominio de técnicas corporales.  Estas facilitan el contacto con la propia energía y su adecuado manejo a través del desbloqueo de las zonas pélvicas, diafragmáticas y laríngeas; acompañadas con pautas de respiración consciente.

Para mi es bien evidente que en una sociedad como la nuestra en que el cuerpo se ha materializado y mercantilizado como algo estético o de rendimiento, es muy importante recuperarlo en los espacios de la terapia.
Para mí incluir el cuerpo en la terapia es recuperar algo natural y ayudar al cliente a recuperar un espacio de salud e intimidad en su existir.

Ver información sobre el Curso de Postgrado "El cuerpo en la terapia" en ww.locorporal.com







No hay comentarios:

Publicar un comentario